¿Qué es la iniciación?
Todos los masones hemos atravesado un viaje durante ese
rito que cambió el sentido de nuestras vidas, y que nunca olvidaremos. Hay
quienes creen que ese rito de pasaje, que nos lleva desde la condición de
profanos a la de iniciados culmina en el momento en el que vemos la luz. Para
el masón –dice Daniel Beresniak- , el viaje es el principio de la iniciación.
Con el tiempo comprendemos que la iniciación es un viaje en
etapas, desde nuestro nacimiento masónico hasta el último pasaje, hacia el
Oriente Eterno.
También comprendemos que un Rito debe seguir un hilo, una
suerte de desarrollo congruente a través de las distintas estaciones de nuestro
propio Via Crucis.
Esa congruencia debería reflejarse etapa tras etapa, grado
tras grado, desde el principio al fin. Un sistema masónico tradicional debería
asegurarnos esta vía iniciática coherente, sin solución de continuidad en todos
sus niveles. Este hilo sólo es posible con una enseñanza, una instrucción y –de
hecho- una doctrina.
Este es el punto en donde la masonería tradicional
colisiona con la liberal.
Se escuchan voces en el mundo masónico –especialmente en
sus corrientes liberales- en las que la iniciación se nos presenta como una
“ceremonia de ingreso” intentando reducirla a una mera formalidad burocrática,
un remedo de antiguos “usos y costumbres” que se mantienen a modo simbólico.
Dice el diccionario de la Real Academia que el vocablo
ceremonia (del latín caeremonia) es la acción o acto exterior arreglado, por
ley, estatuto o costumbre, para dar culto a las cosas divinas, o reverencia y
honor a las profanas. El vocablo rito –acto con el que se lleva a cabo una
iniciación- tiene dos acepciones 1.- Costumbre o ceremonia. 2.- Conjunto de
reglas establecidas para el culto y ceremonias religiosas.
Esas mismas voces son las que han remplazado el sentido
original de la iniciación por una suerte de códice moral que sustituye el
sentido que antiguamente se planteaba al recipiendario y que no es otro que el
de recuperar la semejanza divina con la que el hombre fue creado.
La Regla Masónica (al uso de las Logias Rectificadas) le
dice al iniciado:
Si las lecciones que la Orden te ofrece, para facilitarte el camino de la verdad y la felicidad, se graban profundamente en tu alma dócil y abierta a los efectos de la virtud; si las máximas saludables, que marcan, por así decirlo, cada paso que des en tu carrera masónica, se vuelven tus propios principios y la regla invariable de tus acciones, ¡oh, hermano mío!, ¡cuál será nuestra alegría!
Si las lecciones que la Orden te ofrece, para facilitarte el camino de la verdad y la felicidad, se graban profundamente en tu alma dócil y abierta a los efectos de la virtud; si las máximas saludables, que marcan, por así decirlo, cada paso que des en tu carrera masónica, se vuelven tus propios principios y la regla invariable de tus acciones, ¡oh, hermano mío!, ¡cuál será nuestra alegría!
Cumplirás tu sublime destino, recobrarás esa semejanza
divina, que formaba parte del hombre en su estado de inocencia, que es el
objetivo del Cristianismo, y del cual la iniciación Masónica hace su objeto
principal.
Te volverás la criatura amada del Cielo: sus bendiciones
fecundas recaerán sobre ti, y mereciendo el título glorioso de sabio, siempre
libre, feliz y estable, pasarás por ésta Tierra como los reyes, benefactor de
los hombres, y modelo de tus hermanos.
Pero para que este destino sea posible, la iniciación debe
estar acompañada de una instrucción, una enseñanza y una doctrina. Dice Jean
François Var acerca del Régimen Escocés Rectificado que:
“…posee en propiedad, una doctrina de la iniciación explícitamente formulada y metódicamente enseñada. Así, al mismo tiempo que hace avanzar a sus miembros por la vía de la iniciación, les dispensa una enseñanza teórica en forma de discurso pedagógico al respecto de esta misma iniciación. Esta enseñanza se da en las “instrucciones”, redactadas ne varietur, que puntúan los grados sucesivos, en los rituales en los que están incluidas y en los que la lectura es, teóricamente, obligatoria…”
“…Los miembros del Régimen reciben, pues, de éste, simultáneamente y en paralelo, una iniciación y una instrucción, una transmisión ritual y una transmisión intelectual. Todo ello con un objetivo evidente: producir en el hombre así condicionado, una doble mutación, a la vez en lo que concierne al estado del ser y al estado de consciencia…”]
Raimon Panikkar, en su libro Iconos del Misterio –La
experiencia de Dios- se refiere a la iniciación, en su concepto más vasto, con
reflexiones que bien podrían aplicarse al sentido de la iniciación tal como la
comprendemos en la masonería tradicional, y que transcribo para su serena
meditación. Dice Panikkar:
“Todas las tradiciones proponen una preparación para los
distintos estadios de la vida, sea intelectual, social o religiosa. Sin fe,
dicen por ejemplo el Vedanta y la Patrística, no es posible hacer teología; el
ingreso en la Academia Platónica requería el conocimiento de la geometría; el
ingreso en la vida religiosa requiere un noviciado; la entrada a la vida de
adulto comienza con el uso de razón y éste con el despertar de la sexualidad;
la aceptación por un gurú pasa por una ceremonia previa; el ingreso en algunas
comunidades requiere la circuncisión; el ejercicio de la medicina exige un
diploma, la función sacerdotal una consagración etc.
Todas estas tradiciones creen que la realidad es jerárquica,
esto es, que hay niveles en ella, y que la realidad es solidaria, a saber, que
es tal porque está sólidamente aglutinada.”
“Solidaridad y jerarquía son dos presupuestos que dan
sentido a la iniciación. Esta consiste en un tránsito de un nivel a otro (que
puede ser muy bien de un grado de conciencia a otro) en virtud de una acción
iniciada por un factor (generalmente humano) solidariamente capacitado para
ello.”
“La iniciación sólo tiene sentido dentro de un mundo
jerárquico y solidario. Fuera de él degenerará en superstición. Hablar de
iniciación en un mundo donde prevalece cierta mentalidad igualitaria e
individualista es un contrasentido o un anacronismo.”
“Dentro de un mundo solidario la iniciación es posible
porque no hace sino actualizar la ontonomía (ni heteronomía ni autonomía) de
cada ser. La iniciación no daña ni enajena sino que es un dinamismo del Ser…
Dentro de un mundo jerárquico –entendida la jerarquía en un sentido etimológico
(orden sacro)- la iniciación es necesaria, porque el salto de un estado a otro,
de un grado a otro, de un nivel a otro, no es automático; se necesita una
colaboración entre una mano que se tienda y unos brazos que se alcen para
llegar a coger esa mano.”
“La iniciación se establece en aquellas sociedades tradicionales
que son conscientes del carácter solidario y jerárquico de la realidad y que
consideran que el camino humano hacia su perfección requiere una serie de
pasos, un progreso en la escala de los seres.”
Como se comprenderá, esta visión, en sintonía con
la de la masonería de tradición, se da de bruces con la figura del masón
librepensador, hijo del Siglo de las Luces, un dilema que enfrentan muchos
masones y que se resuelve de manera sencilla si, como se ha afirmado tantas
veces y suele decir frecuentemente Ramón Martí Blanco, se concluye en que la
iniciación es la esencia de la Orden Masónica, lo que verdaderamente le da
sentido y razón de ser.
Tony Iñiguez